Por Diego Turletti para Redacción Periodística I
Conocí a Damián a través de Grindr, hace años. Su perfil no indicaba todo el bagaje que venía atrás: tenía una foto muy tierna con su perro Rex, que tuve el placer de tratar, junto con un par de selfies de espejo. En ese perfil se describía soltero, deportista, y con ganas de encontrar alguien fuera de lo común. Yo no me creía muy dentro del molde así que me tiré un lance, sabiendo que estaba algo out of my league. Pero algo le activé, o quizás fue algún mal gusto suprimido, lo cierto es que pegamos onda y salimos. No fue culpa de ninguno que no durásemos más de 6 meses, pero creo que ambos podemos decir que tuvimos mucha suerte en considerarnos amigos, al final del recorrido.
Damián es una persona muy especial. Eso a veces se usa como eufemismo para “loco de la guerra”, y honestamente, en este caso aplica un poco y otro poco, no. Tiene una personalidad llamativa. Ansía ser el alma de la fiesta, y creo que nunca disfruta más que cuando es el centro de atención. Esto no significa egolatría, sino simplemente contagiante extroversión. Él diría que su mejor arma son unos ojos de penetrante verde claro, tirando a ámbar (bueno, para ser honestos él diría que su mejor arma es una parte de la anatomía que quizás no es apropiado usar en estos escritos). No tiene un cuerpo super marcado pero se defiende bastante bien, con sus 1.74m coronados por una mata de pelo rubio oscuro peinado para un costado. Sus rasgos de gringo son inocultables, y más de uno cree que viene de la cuenca lechera de Córdoba-Santa Fe, hijo de italianos o alemanes, en vez de esa metrópoli que es Buenos Aires.
Me dijo que era taxi-boy bien entrada la relación. No me afectó tanto como pensé, o como él pensó, y no diría que cortamos por eso. Pero nunca fui de preguntar mucho por esa privacidad, por esa esfera de su vida que yo entendí que me trascendía. Por eso la oportunidad de esta entrevista es doble, tanto para él de contar su historia, como para mí (y para vos, que estás leyendo) de aprenderla.
Una charla, una escena, una historia
Lo cité un martes de julio que parecía especialmente gris. Desde el balcón de mi departamento sobre avenida Duarte Quirós, tenía una vista excepcional para ver llegar el 71 que lo transportaba desde su Iponá hasta mi querido Alto Alberdi. Este encuentro era especial, y no solo porque íbamos a hacer algo que nunca habíamos hecho (no, no eso, cochino, hablo de hacer una entrevista), sino porque hacía meses que no nos veíamos y lo extrañaba, tanto a él como a la rutina de vernos.
Con las precauciones del caso, y sabiendo que técnicamente no tendríamos que estar haciendo lo que estábamos haciendo, se desarrolló lo que fue más una charla que una entrevista, más pedidos de anécdotas que preguntas punzantes y más idas por las ramas que apego a las estructuras.
Primera vez “Fue hace como 6 años, cuando tenía 23. Me habló por Grindr un tipo de unos 50 y pico, muy respetuoso, que me dijo que su morbo era pagar por sexo. Yo nunca lo había pensado pero después de charlar un rato me di cuenta que era posta y no un peligro y agarré, necesitaba plata jaja. Y bueno, nunca dejé. Ese después me contactó con otros conocidos y así me fui haciendo una red, por eso le agradezco”.
Mejor cliente “Los mejores son los que pagan mucho y joden poco. Había uno que me llenaba de regalos. Soltero a los 60, imagínate. Los hombres mayores son los mejores, saben lo que quieren y te pueden pagar. Los pendejos son vuelteros, y peor, pobres”.
Peor experiencia “Una vuelta me citaron para barrio Marqués, allá cerca de Circunvalación. Llego, el chabón no se parecía en nada a las fotos. Ponele, 10 años y 15 kilos más. No dije nada porque me había prometido bastante guita. Un ratito después haciendo charla hablando de lo linda que era la casa, me dice que era de sus viejos que estaban de viaje, y que él vivía con ellos. A todo esto, el tipo estaba pisando los 50. La única cama grande para el polvo era la de los viejos, así que imagínate… Y era como todo muy raro, ¿viste cuando tenés como una sensación? Me dije que era too much y me fui, me tuve que tomar 2 bondis de vuelta”.
¿Amor? “No, no me pasó de enamorarme de ninguno, eso es re de película. La mayoría me caen bien y son piolas, pero no pasa de eso. Yo voy, me dan mi cash, lo hacemos y listo. No hay más ni hay menos”.
Efectos y afectos “Tengo un perfil en Grindr que aclara que soy taxi, más la red de conocidos que te contaba, y perfiles en otras redes que son personales, para mí. Los chabones con que salgo por mi cuenta la mayoría no saben lo que hago, porque no da contarles. Si pintara para algo serio les diría, o hasta pensaría dejar, pero todavía no pasó”.
Familia “Mis viejos no saben, no. Sé guardarme bien en esas cosas. Creo que les daría un patatús si se enteran así que por ahora, silencio”.
Actualidad “Desde marzo que no me veo con nadie, ni aunque me paguen. Las ofertas siguen llegando, pero me da cosa agarrar. Un par de mis habituales son mayores así que hay que cuidarse”.