Una vez más miles de personas participaron de la marcha mundial por la legalización de la marihuana. El evento organizado por la Comunidad Canábica de Córdoba (CCC) contó con la participación de más de 10.000 personas que transitaron el centro de la ciudad cordobesa reclamando la legalización de uso recreativo y medicinal del cannabis.
Son las 5 de la tarde y esquivando el tránsito de la ciudad llego hasta Colón y Cañada, no hay reclamo que no nazca en este lugar donde todas las marchas que pretenden visibilizarse a los ojos de la sociedad son gestadas. El aroma inconfundible de la planta se instala entre cientos de jóvenes y otros no tanto que se agolpan tímidos en las veredas. La música suena fuerte desde la camioneta donde los integrantes de la Comunidad Canábica de Córdoba reciben con una sonrisa a todos los que se van sumando. Contestan cualquier inquietud, abiertos a demostrar que lo que defienden no es ninguna causa criminal, enseñar es una tarea fundamental cuando se trata de derribar tabúes y prejuicios y ellos lo hacen con energía y siempre con buena predisposición. Defienden lo que para muchos es más que un buen rato, lo que para aquellos que no han sido salvos por la medicina ortodoxa es una alternativa natural, lo que posibilita una vida normal. Una mano de la avenida es tomada por gente que comparte humo y baila mientras los otros, los que miran con desagrado y reprueban con el peso del prejuicio están del otro lado de la calle.
A minutos de haber llegado y recorrido la cuadra donde todos esperan el horario pautado para marchar hacia casa de gobierno me encuentro con Ezequiel, integrante de la Comunidad Canábica de Córdoba, me cuenta las consignas claras que convocan a todos este día: “estamos acá para pedir un cambio en la regularización de la ley de drogas actual que nos hace mucho perjuicio a los usuarios de cannabis medicinal, nos meten en la misma bolsa a todos sin suficiente información. Estamos acá para pedir libertad a la planta y al que planta, a la legalización del uso recreativo y medicinal”. Seguimos charlando mientras los que antes eran cientos ahora son miles, la avenida esta completamente tomada y la camioneta que musicalizaba el ambiente ahora toma la posta y lidera la columna que cuenta con mas de 10.000 personas. Hay jóvenes, son los más, pero también se ven caras que están curtidas por los años y que reclaman hace más de diez la libertad que la ley les prohíbe.
Tradicionalmente desde hace 10 años la marcha mundial por la legalización se lleva adelante el primer sábado del mes de mayo, desde la CCC eligen hacerlo un jueves, en el centro. El reclamo es el mismo, la causa igual pero los modos de lucha varían desde cada espacio. Es por eso que eligen hacerla durante la semana y en el centro, donde se vean, donde no sea un evento aislado y fácil de ignorar. Donde no solo corten calles y reciban las miradas hostiles de quienes salen de trabajar. Caminan por el medio de la ciudad haciendo visible un reclamo que es silenciado por aquellos que encuentran en el narcotráfico un negocio gigante, donde no solo gana el narco, donde gana la política y hasta la policía. Donde los que pierden son los que menos tienen.
La marihuana resulta en variados casos la única alternativa para muchos a la hora de tratar dolores y enfermedades que la industria de los fármacos no han podido solucionar, es el caso de Marcela que mientras camina a mi lado y me comparte sus humos me cuenta que hace 2 años que trata sus tumores con aceites canábicos y otras hierbas medicinales. La quimioterapia a la cual se sometió como primer medida combatió el cáncer a la vez que consumió sus energías. Así un día decidió dejar atrás la velocidad de la radiación y cambiarla
por el progreso lento de lo natural, ese proceso que en su lenta trayectoria le permitía vivir, salir a la calle y no postrarse en la cama de un hospital.
Son pocas las banderas y carteles que se ven pero son miles los que caminan, los que comparten el derecho que todavía se les niega. Como tantas otras veces los partidos no se hacen presentes, solo la izquierda acompaña el reclamo y sus banderas son visibles como lo es la marcha que atraviesa la ciudad y se acerca a casa de gobierno. Muchos son atravesados por la ilegalidad de la planta, muchos aprovechan el dinero que da el narcotráfico y así son muchos los que corren la mirada cuando miles salen a la calle, así las banderas políticas, una vez más, brillan por su ausencia.
La timidez del comienzo es cosa del pasado y mientras caminamos solo hay algarabía y festejo. “Señora esta es la marcha mundial por la marihuana, no somos criminales, estamos exigiendo por nuestros derechos” se escucha desde los altoparlantes que blindan la camioneta que guía a los miles hacia la casa de gobierno. Las rejas alrededor del predio tienen algo de protocolar cada vez que una manifestación quiere hacerse oir frente al panal. La marcha es obligada a detenerse frente al vallado que cuenta con una docena de policías parapetados con escudos y cascos, esperando eso que todos sabemos no va ocurrir. Nadie va tratar de tirar abajo las rejas, nadie va tirar una piedra, no están acá para atacar a nadie si no para reclamar lo que creen justo. No falta quien se indigne frente a la imposibilidad de hacerse
escuchar frente a aquellos que fueron elegidos por la voluntad popular pero siempre con un respeto que parece incomodar a las autoridades policialesque esperan mayor hostilidad.
Se repiten las consignas que todos tienen como mantra, se festeja que cada vez sean más y se baila al ritmo que escupen los parlantes. En el aire se respira la insistencia y la lucha por conquistar un derecho que late, en el pibe que hace malabares y disfruta con amigos, en Marcela que espera que un día sus aceites sean legales, en el anciano que tiene plantas en su patio con el miedo que un día una orden de allanamiento pueda tirar todo abajo. 13.000 personas (según la policía de la provincia) marcharon reclamando, exigiendo que se acaben los presos por cultivar, que se acabe el narcotráfico y la complicidad y que el Estado atienda una realidad que 13.000 voces hacen escuchar por las calles de la ciudad.
La previa cordobesa a la marcha mundial del sábado fue un éxito, con una convocatoria imposible de ignorar por su número y su lugar, en el corazón de la ciudad. Quizás el sábado seamos más, esperando que de una vez por todas nos hagamos escuchar y que la voz del autocultivo, la regulación, la utilización medicinal y recreativa y la lucha contra el narcotráfico se alce mas alto que los intereses que los atraviesan, que la corrupción no empañe la libertad y la ambición haga lugar al derecho personal de cada individuo.
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