Por Pilar Waldmann
Desde el 20 de marzo las clases presenciales se suspendieron en Argentina como una de las medidas para controlar la propagación del coronavirus. En dialogo en línea con María Alejandra López, profesora de matemática de escuelas secundarias de la ciudad de Cinco Saltos, Río Negro, cuenta los múltiples problemas que causó la modalidad virtual en la educación. López tiene 26 años de experiencia como docente. “Ni los docentes ni las escuelas estábamos preparados para un cambio tan de golpe, nos tomo totalmente desprevenidos”, sinceró la profesora.
-¿Estaban preparados para educar a distancia? ¿Qué fue lo más difícil a la hora de dar clases de tal manera?
-Sin dudas no estábamos preparados para hacer educación a distancia, ni alumnos ni docentes. Sobre todo teniendo en cuenta que muchos no contaban con las herramientas necesarias como computadoras o buena conectividad a internet. Veo la dificultad que nos generó a los profesores de mi edad. Lo veo al hablar con colegas que enseñan diferentes materias y solo usaban la computadora para revisar su Facebook. La escuela era para muchos, yo incluida, algo aparte de la tecnología. Esta situación generó que el quehacer en esta modalidad se tornara algo habitual y nos obligó a aprender las herramientas digitales con tal rapidez, que fue un golpe de cara para muchos de nosotros. Lo
más difícil sin dudas fue acostumbrarme a utilizarlas correctamente. Aún así, al no tener alternativa una vez que lo logre no tuve tanto problema y empecé a manejarme con más facilidad en aplicaciones como Zoom, Meet y Power Point, entre otras.
-¿Tuviste la oportunidad de que alguien cercano te ayude en la adaptación?
-Tengo dos hijos adolescentes que fueron de gran ayuda al principio y me ayudaron; sobre todo con lo básico de las aplicaciones mencionadas, por ejemplo, en la creación de los enlaces para que los chicos ingresaran a las reuniones y en el cómo enviarles los textos de las clases. Una vez que comencé a hacer uso de las aplicaciones más frecuentemente ya no necesite tanta ayuda y fue un alivio. Además, mi marido es profesor también así que nos ayudamos mutuamente.
-En cuanto a tus alumnos, ¿cómo tomaron este cambio de modalidad? ¿tuvieron muchos inconvenientes a la hora de conectarse a las clases y entregar los trabajos a tiempo?
-En verdad no ha bajado tanto la cantidad de desaprobados. Creo que al no tener tanto que hacer en casa, los alumnos están más pendientes que antes de los trabajos que mando. De todos modos tuvimos que realizar muchos cambios en el material de estudios para poder adaptarlo a la situación. El problema se agudizó con los alumnos que carecen de buenas conexiones a internet, lo que es muy común en el pueblo; sobre todo para los que residen chacras. Mis clases suelen ser presenciales. Al ser esto un problema para muchos, a los estudiantes que no tienen buena conectividad les permito que se virtualidadcomuniquen conmigo para dejarles material o enviarles audios sobre lo visto. Así no se atrasan tanto más. fueratransmitida en vivo, o en última instancia, grabada para que los que no tienen esa dificultad puedan verla desde sus casas. Esto teniendo en cuenta que, como he aclarado, los alumnos más desafortunados en esta situación son los que no pueden acceder a las clases tan fácilmente como otros.
-¿Qué se puede rescatar de esta experiencia de modalidad virtual para cuando vuelvan las presenciales?
-Veo que nos ayudó a buscar nuevas formas de enseñar, de aprender, de innovar con herramientas que teníamos en la palma de nuestra mano y a las que no le prestábamos atención. En estos últimos años como docente teníamos conexión a internet, computadoras y todas las herramientas que hoy usamos para dar clases. Creo que las mismas van a perdurar y voy a implementarlas más en las clases presenciales; por ejemplo, el uso de Power Point. Esta experiencia sin dudas nos va a dejar muchas enseñanzas y nuevas y mejores maneras de enseñar a la hora de volver a la presencialidad.